Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con deslumbrante maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales https://zubairvggv186691.link4blogs.com/59416972/análisis-del-cabezazo-de-zidane-en-la-final-de-2006